miércoles, 5 de diciembre de 2012


El frío se ha adueñado
lentamente de la tarde;

las calles son desiertos

repletos de hojas muertas

y de perros abandonados.



El miedo dibuja su refugio

en las luces de las ventanas,

mientras a tan solo seis metros,

muestra su verdadera crudeza.



Las aceras proyectan el dolor

que los hogares tratan de evitar,

la gente huye de las imágenes

que se esconden fuera del cristal.


El volumen elevado del televisor

y el calor alienado del salón

omiten los sollozos del sistema

que permanecen a pie de calle.



Sin embargo, un día cualquiera,

la verdad llamará a la puerta

y nada podrá parar al frío,

que devolverá todo a su lugar.



El vidrio y su protección

resquebrajarán su mentira,

ante un vendaval de dudas

y preguntas sin respuesta.



Los de abajo alzarán su vista,

reclamarán la calidez y la vida

que sintieron arrebatadas,

a las que no tuvieron opción.




sábado, 5 de mayo de 2012

I


Los suspiros de la memoria
se nutren de los recuerdos,
que se esconden en los cajones
de la cómoda del salón.

Y en el mismo lamento caben
el amor, el dolor y la muerte;
mientras la guitarra dialoga
con los resquicios de un alma.

La ausencia baila con las nubes,
que riegan la sed del tejado,
mientras un dolor vagabundo
recorre nuestras callejuelas.
Lentamente, se viste la tarde
de la polvareda del camino
que abraza los frágiles límites
de las moradas de la vida.

La música hizo el silencio,
con el sonido acallado
de los pasos vacilantes
que atraviesan el corredor.

Entretanto, la oscuridad
se aferró a los recodos
que delimitan la soledad
de una casa desierta sin ti.