sábado, 5 de mayo de 2012

I


Los suspiros de la memoria
se nutren de los recuerdos,
que se esconden en los cajones
de la cómoda del salón.

Y en el mismo lamento caben
el amor, el dolor y la muerte;
mientras la guitarra dialoga
con los resquicios de un alma.

La ausencia baila con las nubes,
que riegan la sed del tejado,
mientras un dolor vagabundo
recorre nuestras callejuelas.
Lentamente, se viste la tarde
de la polvareda del camino
que abraza los frágiles límites
de las moradas de la vida.

La música hizo el silencio,
con el sonido acallado
de los pasos vacilantes
que atraviesan el corredor.

Entretanto, la oscuridad
se aferró a los recodos
que delimitan la soledad
de una casa desierta sin ti.

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