lunes, 30 de septiembre de 2013

Los últimos acordes del piano
arañan el humo de la sala,
nos recuerdan nuestra fragilidad
como habitantes de la nada.

La costumbre nos recuerda que
nos mantenemos suspendidos
en la inmensidad del vacío
de un tiempo no correspondido.

Afuera, todo se derrumba
y nadie parece estar a salvo;
la verdad nos pisa los talones
y nunca golpea de frente.

El diluvio invade cada cuarto,
Cada corazón, cada verso;
Sin embargo, la insurrección
Aguarda en toda tempestad.

Deja que corran los minutos,
que resbalen por tu espalda;
permite que nuestras vidas
se evaporen esta madrugada.

Desviste tu verdadera piel;
muéstrate tal y como eres.
Las sombras serán testigo
de aquello que oculta el día.

Sincérate con mi silencio;
atrápame en tu flaqueza,
despacio, mientras el tiempo
pierde su peso, su identidad.

La primera luz está al llegar;
cuando cale en la habitación
y rompa nuestra incógnita,
deberás revestir tu firmeza,
mientras yo espero tu oscuridad.


martes, 17 de septiembre de 2013

Guardé la lluvia
en el tercer cajón,
esperando que volvieras,
esclavo de tu redención
mientras nuestros océanos
se derramaban por la escalera.

Naufragué sobre el colchón,
bajo un diluvio de hojas secas,
tatareando tu canción
al son de una melodía ajena.

Busqué las risas en el balcón,
bañadas por la luna nueva,
y acaricié los gemidos del sillón
de una eterna noche en vela.

Tan solo encontré un remedio:
morder el insomnio de tu ausencia,
el único placebo que calma la espera.