viernes, 28 de junio de 2013

Nada


Cuando ya no queda nada,

solo las partículas de polvo

muestran la levedad

que sigue a la ausencia.



Ya no hay contornos,

solo figuras borrosas

y un espacio confuso

que ataca los límites.



Destellos y manchas violetas,

como golpes en la retina,

revelan la naturaleza

oculta de los cuerpos.



Los susurros de la memoria

se convierten en el único eje

al que aferrarse,

cuando se disuelve el espejismo

y ya no queda nada.


 

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